En nuestro entorno vemos a las personas tomar miles de selfies por día. Nos encontramos con este fenómeno de la "auto-foto" mientras caminamos, mientras trabajamos, mientras esperamos nuestra cena en un restaurante o cuando disfrutamos de un espectáculo. Seamos sinceros: nosotros también lo hacemos.

Es cierto que esta tendencia se ha hecho parte de nuestras rutinas. Para exhibir algo nuevo o lindo que hemos adquirido, para mostrar nuestros logros, también nos tomamos una selfie.

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La palabra “selfie” fue aceptada por el Oxford English Dictionary en 2013 y rápidamente se convirtió en la palabra del año. Pero ¿qué motivos nos llevan a usar la fotografía para captar imágenes de algo que podemos ver todas las mañanas en el espejo del baño?

Para contestar esta gran pregunta, quién mejor que el padre del psicoanálisis: Sigmund Freud.

A lo largo de su desarrollo profesional, Freud desarrolló varios conceptos, entre los que se encuentran el ego, el inconsciente y el detalle de varias patologías. Uno de los trastornos sobre los que indagó fue el narcisismo, también conocido como “el amor desproporcionado hacia uno mismo”.

El nombre proviene de la mitología griega, que cuenta que un joven llamado Narciso vio su reflejo en el agua y pasó tanto tiempo admirando su belleza que se aisló del resto del mundo. Al tratar de abrazar su imagen, acabó ahogándose.

En relación con esto, Freud pensaba que una pequeña dosis de narcisismo es parte natural de los seres humanos. Pero que esta tendencia se puede tornar en un desorden psicológico cuando el individuo se ama a sí mismo hasta el punto de excluir a todos los demás.

Pero, ¿cómo se relaciona esto con nuestra tendencia a tomarnos selfies?

Qué buscamos con las auto-fotos

Los psicólogos de hoy en día afirman que muchas personas publican selfies no porque estén enamoradas de sí mismas, sino porque quieren ser adoradas por los demás.

A Freud esta necesidad de aprobación le habría parecido neurótica o histérica. Entonces, si necesitamos tanto que nos presten atención hasta llegar al punto de depender de esto para “querernos a nosotros mismos”, ¿estamos haciendo algo positivo al publicar nuestras selfies?

Quizás para mucha gente sí, pero eso no significa que no haya algo tóxico en esta obsesión. No sólo por depender de lo que dicen o piensan los demás, sino también por cómo afecta este comportamiento al resto.

Las selfies muestran sin descanso a la gente en sus mejores momentos, cuidadosamente montados y súper editados. Así, nos pasamos el día invadidos por imágenes de las vidas y cuerpos aparentemente perfectos de otras personas.

A raíz de esto, estudios recientes demostraron que este comportamiento nos llena de envidia y nos hace sentir inseguros de nosotros mismos. En palabras de Freud, nos vuelven más neuróticos.

Tal vez la próxima vez que publiques una selfie y esperes contar con la aprobación de todos los demás, podrás recordar que aunque no tengas tantos "Me gusta", lo más importante es que te guste a ti.

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Fuente:

BBC Mundo