El mundo se divide en dos grupos de personas muy definidos: un grupo está compuesto por quienes evitan ir al dentista y el otro, por los propios dentistas. La experiencia de dolor siempre se encuentra ligada a la visita al odontólogo. Sin embargo, eso podría cambiar en un futuro cercano gracias a un grupo de científicos argentinos.

El descubrimiento lo hizo un interdisciplinario compuesto por tres importantes instituciones del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), especialistas en los campos de la química y la microbiología, y la cátedra de Materiales Dentales de las universidades Nacional de Córdoba (UNC) y Católica de Córdoba (UCC).

¿En qué consiste?

"Es una combinación entre resinas que actualmente se usan para tratamientos de blanqueamiento a los que se les agregan nanopartículas de zinc comunmente utilizadas como antimicrobianas", explica Santiago Palma, el joven cordobés de la Unidad de Investigación y Desarrollo en Tecnología Farmacéutica (UNITEFA) de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC.

El equipo de investigación también está conformado por Natalia Villegas (UNITEFA), Jazmín Silvero Compagnucci (investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de CONICET-UNC) y Martín Sainz Ajá, de la cátedra de Materiales Dentales.

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El fin de la odontología invasiva

"Lo que se buscó fue infiltrar una lesión artificial de caries creada en dientes extraídos buscando ver cómo las nanopartículas podían restaurar el tejido, de modo de lograr una odontología mínimamente invasiva tratando de restaurar el tejido enfermo sin necesidad de extraerlo con métodos agresivos", explica el especialista.

De esta manera, el torno quedaría fuera de uso al igual que nuestro miedo por sus ruidos.

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Fuente:

Big Bang News